martes, 21 de julio de 2015

Ya soy Físico

Tras la tensión de las últimas semanas en las que sólo una exposición me separaba del ansiado final que, 4 años con ansia e incertidumbre esperaba, finalmente lo he conseguido. Ya soy Graduado en Física Físico.



Después de todo lo pasado, es una sensación agridulce. Terminé lo que hace cuatro años empecé, y lo que siempre, desde que leía a Asimov, quería ser. Físico. Y las experiencias de estos 4 años me han llevado a donde estoy ahora.

No es que sea el Carlos de ahora sea bueno o malo; mejor, o peor que hace casi medio lustro. Simplemente, soy diferente. Tratar con gente nueva, para quien eres una carta de una baraja, con forma pero sin fondo, siempre es extraño. Te das a conocer sin la pesada carga de la experiencia, sin ese lastre que condiciona las relaciones que tienes con los demás. La universidad puede servirte como una tabla rasa para cambiar. Y para descubrir a gente que piensa diferente.

La universidad es un lugar donde te exigen, sin estar detrás de ti; te dan nuevas oportunidades, y es tu decisión tomarlas o no. La universidad te cambia si tú quieres ser cambiado. Quien pasa por la universidad, tiene que mejorar sus planificaciones para estudiar, sí, pero poco más te obligan a hacer. Puedes aprobar, incluso sacando buena nota, sin mirar más allá de los apuntes que te dan. Sin salir del pasillo contiguo a la habitación donde das clase y tomas apuntes.

Se puede llevar y aprobar una carrera al margen de las actividades propias de la universidad. Pero eso marca la diferencia entre vivir y sobrevivir.

El próximo curso, otra universidad distinta. Es lo que tiene Bolonia: sin un máster, la mayoría de puertas están cerradas. Espero que me salga, por lo menos, la mitad de bien que en la UCO. Y que esté con gente tan comprensiva (alumnos y profesores) como lo he estado aquí en Córdoba.

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